Después de un espectacular 'sold out' en el
BarclayCard Center, el
onubense Manuel Carrasco volvió
a agotar el papel para la sexta velada del Universal Music Festival. Acudía
así de modo imperial a la llamada de una legión de fans que abarrotaron hasta
el último rincón del recinto para vibrar hasta la extenuación con un
espectáculo musical del más alto nivel en el que el artista de Isla Cristina
exhibió su poderío y su impresionante madurez compositora e interpretativa. Arrancó el ídolo con Tambores de guerra, perteneciente a su último
disco Bailar al viento, y desde el primer acorde quedó claro
que su dominio escénico se mueve ya a la altura de los mejores artistas del momento. Siguió con el tema Aprieta y la capacidad de conexión del artista
con el público madrileño quedó más que patente.
Manuel expresó su agradecimiento
y la emoción que le producía actuar en un lugar tan cargado de significados
para la música como el Teatro Real y pasando a continuación a
dedicar a sus seguidores uno de los temas punteros de su carrera: Y ahora. Acto seguido y con el personal del todo encantado, atacó con
enorme encanto y personalidad Sabrás, uno de esas canciones con las que se pone
a bailar a una audiencia por muy numerosa que sea. De la siguiente canción confesó Manuel que la
letra había nacido como una poesía que busca una música y, por fin, la
encuentra. El tema es Pequeña sonrisa sonora. Del
mismo modo, La voz de dentro sonó grande y emocionante, contando esa historia
de alguien que no sabe cómo decirle a quien amaba que está ya vacío.
Carrasco recordó también en otro hermosa composición a las mujeres
que nunca dejan de pelear, esa Mujer de las mil batallas, dedicada a todas ellas
y que el público agradeció con su coro generoso. La explosión de vitalidad se hizo más evidente que nunca con
toda la banda en la boca del escenario y Manuel en medio, interpretando con
toda la alegría del mundo la canción Yo quiero vivir. Era el tramo más dinámico del concierto con canciones que hacían
levantarse para bailar al público; temas como Tan solo tú. Pero Manuel pidió un baile lento a Madrid para lanzarse a
evolucionar al son de la canción que ha dado título a su último disco: Bailar
al viento.
Manuel recondujo el espectáculo a un ámbito más íntimo, más
acústico para sacarle todo el jugo expresivo a Uno x Uno , con acompañamiento coral del público incluido. Con Menos mal el artista se refugió en su enorme
talento como intérprete dando de modo espléndido la réplica a piano y armónica
en, sin lugar a dudas, uno de los momentos más hermosos de la noche. Manuel
Carrasco aprovechó entonces para tocar una canción inédita a voz y
guitarra, con una historia preciosa muy enraizada en su tierra natal. Incluso
se lanzó a cantar a pelo él tema Soy afortunado, saliendo muy
bien parado del envite.
Retornó la banda al completo para No tengo prisa y las palmas y ese estribillo compartido volvieron a hacer
vibrar las columnas del teatro, mientras la magia se apoderaba del recinto a
los acordes de No dejes de soñar y con el cantante y su
público entregados a un canto unísono. La velada tomaba la puerta de
salida a los acordes de Sígueme, otra canción de estribillo al que
es imposible no engancharse, o la guitarrera Que nadie, llena de
poder y armonía de pop de calidad y con un mensaje directo e inequívoco en
contra de la opresión de las mujeres que supuso el final "oficial"
del concierto.
Regresó, no obstante, Carrasco para
interpretar a solas al piano Qué nos está pasando y Habla en una suerte
de medley de intimidad extrema. Ya con la banda de
vuelta, dejó para los últimos instantes las románticas Ya no y Amor planetario ,
conquistó al respetable con una bulería, escrita especialmente para la ciudad
de Madrid, invitó a todos los asistentes a disfrutar con el tema En el
bar de los pesares y dijo definitivamente adiós con la hermosísima
Siendo uno mismo. Siendo ese pedazo de cantante
que es Manuel Carrasco.
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